Suena el despertador y empieza la carrera del
día. Será que en este nuevo sistema de
abreviarlo todo, a las 24 horas les divirtió la idea, se sumaron y es por eso
que los días parecen más cortos, los meses pasan volando y me encuentro con las
orejas frías del invierno sacando nuevamente el traje de baño. Cómo, ya estamos en Junio? Escucho la gente
preguntarse. Y la tan conocida frase
“Qué rápido se pasa la vida”.
Les tengo una noticia, las 24 horas son las
mismas. El problema es que como somos
una sociedad inquieta, ansiosa y ambiciosa, ocupamos cada minuto de esas 24
horas con actividades diversas. Nos
olvidamos de tomarnos el tiempo para vivir cada cosa que hacemos porque el
tiempo nos tomó a nosotros para esclavizarnos con todo lo que se nos ocurre
hacer. Parece que se trata de llenar
espacios. Nada puede quedar vacío, cada
minuto tiene que estar aprovechado. Ya
realmente no importa con qué. La oferta
es inmensa, hay actividades para todas las edades además de lo obligatorio,
estudiar para los jóvenes, trabajar para los adultos.
Qué pasa si paramos un poco? Qué pasa si me amigo con ese espacio vacío y
solo me quedo quieto, me siento, descanso, me tomo un café, le regalo más
tiempo al tiempo y no corro, camino. Qué
pasa si a la salida del colegio los padres no van un paso adelante de sus
hijos, apurados, llevándolos/arrastrándolos a la próxima posta de su apurado día,
para llegar a la próxima actividad donde se nos ocurrió anotarlos.
Y ya que
estamos hablando de hijos y colegios veamos cómo viven los chicos un día
cualquiera. Suena el despertador, los
levantamos, piensen si la palabra “dale” no está entre las primeras 10 que les
dicen. Y empieza la primera posta de la
carrera del día, se visten, desayunan y salen, todo esto con los padres
corriendo y pronunciando cada vez que toman aliento la palabra “dale”. En el colegio el panorama es parecido,
trabajé mucho tiempo de docente y los chicos saltan de materia en materia, los
recreos son cortos, si almuerzan en el colegio el tiempo hasta que la docente a
cargo del comedor les dice “vayan terminando” no es largo. A continuación la jornada de la tarde, hasta
que suena el timbre y ellos apurados terminan de copiar del pizarrón para más
apurados guardar todo en la mochila, formar e ir al encuentro de quienes los
van a buscar que los toman de la mano cinco pasos hasta que suena otra vez la
palabra “dale” que tenemos que llegar a futbol/tae kuondo/rugby/hockey/tenis/natación/danza/comedia
musical/taller de arte/psicólogo/psicopedagoga/pediatra. Y si ustedes desde atrás vieran cómo esa
sonrisa cuando los tomaron de la mano
se transforma en ceño fruncido cuando escucharon la ya tan a esta altura del
día odiada palabra “dale”, les aseguro que se abrazarían a esos cinco pasos,
los abrazarían y al escuchar que su corazón desaceleró el latido cuando ellos
pudieron hacer una pausa, tomados de su mano, permitiéndoles caminar por
primera vez en el día y dejar de correr, no se moverían de ahí, no se
separarían de ellos, de ese abrazo. Es
ese paréntesis el que disfrutan, es jugar a que no hay una próxima posta, es
hacer de cuenta que a partir de ese momento el día va a terminar caminando, no
corriendo.
Solo por hoy caminen al lado de sus hijos, tomados
de la mano cuando se reencuentran con ellos.
Solo por hoy no lo hagas correr, déjalo caminar.
Solo por hoy que las 24 horas del día se hagan
eternas.
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