Un
paradigma es un conjunto de creencias y valores que afectan la manera en que un
individuo percibe la realidad y como acciona frente a esta percepción. Se constituye de alguna manera en un modelo,
en un sistema de pensamientos que actúa en un momento determinado y orienta periódicamente a la sociedad. Los paradigmas proporcionan una visión para
comprender la realidad y es justamente esa visión la que creo ha cumplido su
ciclo.
Nuestro
paradigma político social es el individualismo, la desconfianza y la discordia. Cuando transitamos este camino del
individualismo nos aferramos a la coyuntura y solo construimos cuando la misma beneficia nuestros propios intereses,
no pensamos en el bien común. Elaboramos proyectos cortoplacistas para
manotear resultados, que aunque vacíos de contenido satisfacen nuestro deseo de
poseer algo, esto convalida nuestra creencia de la falta de confianza de los
argentinos en Argentina. No construimos
valores que sirvan para edificación de la comunidad ya que dudamos de la
posibilidad de construir algo que perdure en conjunto.
En
general nuestros gobernantes se han encargado de desandar el camino que ha
transitado el anterior. Es así como nos cuesta
ir trazando un lineamiento coherente hacia un horizonte de comunidad. El periodismo y la cobertura mediática le
pone el foco a la ya famosa “brecha” y
si bien no creo que sea producto de su invento sí que le da un protagonismo que
derrama odio y desánimo en la sociedad.
En esta época de campaña los candidatos y
referentes políticos se exponen, recorren, nos cuentan que van a hacer, qué han
hecho, algunos hablan de la necesidad de cambio y en algunos escucho demasiados bla bla disfrazados de
propuestas y medidas. Argentina necesita
un líder social que introduzca un nuevo
paradigma, que lo promueva gobernando a
través de todo su ser, de su personalidad, fortaleza, experiencia política, de
su capacidad de rodearse de profesionales idóneos y de su gestión, que ponga el
acento en la necesidad de todos los argentinos , en el diálogo y consenso como
práctica habitual para lograr el desarrollo de nuestro país y no como medida de
marketing. Tenemos un sistema
presidencialista, por lo tanto considero
que la responsabilidad del próximo futuro presidente es convertirse en este
líder social.
A su
vez, el paradigma debe ser compartido por el trasfondo cultural de la comunidad
y es ahí donde todos nosotros debemos empezar a concientizarnos sobre la
importancia de nuestro obrar desde nuestro lugar. La felicidad y el destino de los argentinos
no puede depender del gobernante del momento ya que va a ser pasajero.
Debemos
tener la decisión y capacidad de
acompañar y ayudar a cambiar el viejo paradigma, a resignificar conceptos, creencias e
ideas. Estamos paralizados ante la
necesidad de cambio y cuando esto ocurre pueden pasar dos cosas, o nos quedamos
en el mismo lugar o retrocedemos, ambas conducen al deterioro. En la
medida que no se produzca el cambio seguiremos funcionando de manera
ciclotímica pensando que el mundo, junto
con nuestro ánimo se desmorona o levanta dependiendo de quién ocupe la Casa
Rosada. Nosotros como sociedad debemos
ayudar desde el rol que cada uno ocupe para que Argentina logre desarrollar el
potencial que sin lugar a duda tiene.
Empecemos
a creer que el todo es mucho más que la suma de las partes, abandonemos la idea
de que somos un conjunto de ciudadanos, seamos una NACIÓN.