Observo
varias parejas que transitan su relación como en piloto automático. Funcionan, permanecen, se reproducen, incluso
se aman, pero nada sobra. Todo es como
debe ser, los dos trabajan en pos de su
familia, cuidan a sus hijos, son miembros de algún club, almuerzan con sus
suegros los domingos, tienen un grupo de amigos en común y otro propio de cada
uno con quien se juntan en la semana.
Por la descripción se percibe armonía, una totalidad funcionante.
Sin
embargo a los 45 años, después de haber estado 15 casados uno de los dos
entrega el anillo a su cónyuge (eso sí, se lo da amorosamente en una cajita
sobre algodón) y el otro se queda durante un tiempo paralizado, desorientado,
desconcertado, casi sin aliento para preguntarle al otro el motivo de la
decisión, no puede enojarse, claro recordemos que está paralizado y no
entendiendo nada. Ya va a tener tiempo
para recriminaciones, gritos, reinventarse mediante cirugías, retoques de pelo,
gimnasio, vestuario nuevo, asistencia perfecta a su terapia y hasta la
incorporación de un nuevo hobby; pero por ahora imagínenselo parado, un tanto
cabizbajo, anillo en mano y ojos perdidos buscando respuestas, tratando de
pensar en qué hizo. Y va mal encaminado,
porque leyendo el primer párrafo vemos que hizo todo bien, puntaje perfecto a
lo que hizo. El problema está en lo que
no hizo.
Muchas
veces lo que no hacemos, lo que desoímos a pesar de que nuestra pareja se
encarga de gritárnoslo en el oído, la pasividad en la entrega, la ausencia de
gestos de amor son los motivos de separación.
Una vez escuché a una nutricionista que decía que los humanos no
necesitamos alimentos para vivir, que solo necesitamos nutrientes, no voy a
profundizar en el tema ya que lo desconozco , lo que voy a afirmar
vehementemente es que los humanos necesitamos gestos de amor para alimentar
nuestra pareja, con los nutrientes funciona pero eso no es suficiente. Hombre y mujer necesitan momentos de
encuentro, palabras cariñosas, contacto, mimos.
Muchos se jactan de ser parejas independientes pero eso es solo un
discurso que avala la comodidad donde está parado cada uno. Una comodidad que lleva a la desatención, al
desconocimiento del otro que en teoría me acompaña en el proyecto que un día se
nos ocurrió emprender, el proyecto de ser una pareja. Y ser una pareja no es trabajo fácil. Las personas que la conforman cambian a
través del tiempo, es importante estar atentos a los cambios del otro para
poder seguir conociéndolo. Cuántas veces
nos pasa de despertar al lado de un marido que nos resulta un completo extraño. Pero uno no cambia de un día para el otro,
por eso hay que prestarle atención a quien está con nosotros, observarlo para
poder cuidarlo. Cuidado con que la
independencia se transforme en indiferencia.
La vida
no es un camino lineal, todo lo contrario, está llena de atajos, calles sin
salida, vericuetos, subidas y bajadas. Y
las parejas son eso también, cuando uno decide unirse a otra persona debería
considerar la posibilidad de imaginar una metáfora en donde se toman las manos
y no se sueltan más, pero no es un andar de la mano irresponsable, es agarrarse
para sentir el calor o frío, la transpiración, la fuerza con que agarro esa
mano.
Los
gestos de amor nos obligan a conocer a nuestro ser amado y a hacer algo con ese
conocimiento, a ponerlo en funcionamiento.
La pasividad del que ama con solo hacer lo que debe hacer para cumplir
con su pareja es muy dañina. Hay que
despertarse y tratar de proponerse gestos de amor para que el otro cuando esté
físicamente ausente sonría pensando en eso.
Porque eso alimenta, eso mantiene unido.
QUE LINDO MARY!!!!!!!!!
ResponderEliminares tal cual tu ultima frase, proponerse gestos de amor para que el otro cuando esté físicamente ausente sonría pensando en eso!
v
Gracias Vero, sí, no hay receta pero todo lo que se pueda hacer para sumar y que el amor dure vale la pena
Eliminarmuy lindo! Gracias por esta pequeña sacudida q nos invita a no desoir y seguir alimentando con gestos de amor!
ResponderEliminar