viernes, 25 de octubre de 2013

ACEPTACIÓN NO ES RESIGNACIÓN





Voy a intentar establecer la diferencia entre ambos términos ya que no sólo su significado es diferente sino  también la sensación que dejan dentro de uno mismo, de paz en el caso de la aceptación y de pérdida en la resignación.
Cuando yo acepto ya sea una situación dolorosa, sentimientos que no se corresponden con los propios, creencias muy distintas de personas significativas, cuando yo acepto, de alguna manera logro resignificar para darle un nuevo lugar a aquello planteado sin mi voluntad, a lo impuesto.  Cuando yo puedo comprender que como ser humano tengo la limitación de poder controlar ciertas cosas que suceden más allá de cómo quiero que sucedan y puedo realmente comprender que cuando se ha hecho todo lo posible, se ha intentado revertir  a través del diálogo, de acciones, después de haber agotado toda la creatividad para que algo deje de ser de una manera para ser de otra, ese es el momento de dejarlo en paz.  Y es en ese preciso momento entonces cuando se puede, ya que estoy preparado a sentir paz y aceptar.

viernes, 11 de octubre de 2013

ACEPTACIÓN



Si tuviese que definir la aceptación lo primero que  aparece en mi mente es la palabra difícil, si tuviese que pensar en una definición positiva de la misma aparecen palabras como virtud, don.
La aceptación me parece el ingrediente secreto que hace que un plato pase de ser exquisito a ser único, eso llevado al ser humano creo que le da a una persona el regalo de ser poca entre muchas, casi especial.  Con la aceptación resuelta desaparecen muchos problemas de convivencia, de relaciones interpersonales, se reducen los posibles enfrentamientos.

viernes, 4 de octubre de 2013

Cuando logro nutrirme del pasado, el presente se fortalece




“No te preocupes, dejá que tu hijo ponga las manos con dulce de leche en los sillones, yo no voy a cometer el error de mis padres, acá se hace lo que cada uno quiere!”
No hables en voz baja ni bajes el volumen de la música, el papá de los chicos duerme la siesta pero no importa.  Me acuerdo que en mi casa  ese era un momento de silencio que yo no soportaba, acá no hay ese tipo de normas de convivencia”
Es muy común escuchar a las personas lamentándose sobre la manera en que fueron criados, sobre la rigidez con que fueron educados, la exigencia que tenían sus padres sobre asuntos cotidianos como, por ejemplo, cómo comportarse en la mesa, espacios limitados de juegos en la casa, etc.  El living, santuario impecable donde el blem era protagonista de cada mueble y los almohadones eran acomodados e inflados con un cuidado casi artesanal, era un ambiente de la casa donde sólo podían entrar mayores de 30 años vestidos con traje o ropa recién salida de la tintorería.
La realidad hoy es otra, los padres educan más informalmente, establecen relaciones de más paridad con sus hijos, ellos no son enviados a sus cuartos cuando se organiza una comida en la casa, en ocasiones hasta comparten la mesa y  participan de la conversación.  La crianza hoy es menos estricta, lo que no garantiza que sea mejor que la que tuvimos quienes hoy somos adultos.