“Hay que soltar”, ésta frase marca tendencia en
cualquier conversación de menores de 60 años.
Su contenido y significado puede ser muy valioso en tanto y en cuanto lo
utilicemos con responsabilidad ya que parecería que actualmente se pone el
acento en deshacerse, desvincularse y desprenderse. Como si el remedio de toda enfermedad tuviera
que ver con dejar ir.
No hace mucho tiempo la bajada de línea era justamente la opuesta. Hay que aferrarse a los sentimientos y si por ejemplo es dolor, tenemos que dejar que nos atraviese, hacernos cargo de lo que produce, prestarle atención, ver cómo el mismo repercute en nuestro cuerpo, entenderlo y casi hacernos íntimos amigos del mismo.
No hace mucho tiempo la bajada de línea era justamente la opuesta. Hay que aferrarse a los sentimientos y si por ejemplo es dolor, tenemos que dejar que nos atraviese, hacernos cargo de lo que produce, prestarle atención, ver cómo el mismo repercute en nuestro cuerpo, entenderlo y casi hacernos íntimos amigos del mismo.
Entonces…¿Soltar o aferrarse?
Yo diría que ambos, o en tal caso me pregunto por
qué tenemos la necesidad de elegir.
Pararse de un lado o de otro no tiene ningún sentido ya que hacerlo
implica ausencia de crecimiento. Hoy
vivimos en un mundo de tanto vacío existencial que intentamos llenar con
creencias externas lo que no podemos/sabemos ver en nosotros mismos. Intentamos definir estilos de vida, maneras
de conducirnos y nos cuesta abrirnos al cotidiano descubrimiento de vivir cada
día.
Los estudios en todas las áreas avanzan, se
modifican, van y vienen. No sería
inteligente desoírlos pero tampoco es cuestión de manotearlos
irresponsablemente y comenzar a vivir nuestra vida de acuerdo a cada paradigma
que se instala en la sociedad, ya que son solo eso, paradigmas; que hoy son de
una manera y estén convencidos que mañana van a ser de otra.
Los paradigmas de la vida son dinámicos y
cambiantes. Como lo que se instala en
una sociedad hoy es blanco y mañana negro, sería interesante que nosotros
pudiéramos introducir dentro de esa paleta de colores que se nos ofrece uno
nuevo, el gris. De esa manera tomaríamos
un poco de ambos y lo adaptaríamos a nuestra vida teniendo en cuenta quiénes
somos y como nos fuimos formando.
Si hacemos memoria y trazamos una línea de tiempo en
diversas áreas veremos las ideas opuestas que se fueron planteando. Ha pasado en educación, salud, en cómo
alimentarnos, como educar a nuestros hijos y esto es solo para mencionar
algunos ejemplos, pero las contradicciones que ha habido y las que todavía
falta surgir van a ser muchas. Y está
bien que así sea. Qué mejor aprendizaje
que desdecirse a partir del descubrimiento de algo mejor. Qué mayor crecimiento que ver a partir de la
evolución y estudio que lo que hasta ayer era de una manera hoy es otra.
Lo que quizás deberíamos revisar es esta necesidad
de buscar certezas en medio de un mundo tan incierto y cuando creemos
encontrarlas derribar todo lo que hasta ayer era palabra santa y empezar a
construir a partir de una nueva idea Colónica fomentada por algún sabio
colonizador.
La evolución sirve para modificar, agregar pero no
para derrumbar y empezar de nuevo porque eso nos lleva a ir de un extremo al
otro, nos olvidamos que en el medio están los matices, la zona gris y es allí
donde podemos navegar nuestra vida armoniosamente.
Como sistema de vida ni arriba ni abajo, en el
medio; porque en el medio es donde podemos ser flexibles. Esto de pararse en un extremo y tirar el
ancla en una creencia nos paraliza, invalida.
Tomar algo de cada idea pero apoyarnos en la
construcción que hemos hecho de nosotros nos hace ser también más
aceptantes. Aferrarnos a una idea,
pregonar, predicar levantando el estandarte de lo que la misma profesa nos
rigidiza, por el contrario tomar lo mejor que cada una me ofrece amplía mi horizonte e incluso me hace ser más
aceptante con los demás y sus creencias.
Agarrar y soltar
Un poco de cada cosa.
María
Grazzini
Counselor
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