Siempre
me gustaron las mañanas, la de hoy
es particularmente
lindísima, de esas que me recuerdan a mis veranos en el Sur donde el clima
tiene la mezcla perfecta porque puedo disfrutar del calor pero sin sentir la usual
humedad bonaerense que aplasta y saca la energía. Hoy,
esta lindísima mañana, amanecí con una
gran necesidad de agradecer la vida y todo lo que me pasa en ella, porque me doy cuenta, porque sigo comprobando
que tengo la posibilidad de transitar este camino llamado vida como un
recorrido que siempre quiere conducirme a mi superación, entendiendo a mi
superación como mi mejor bienestar.
Yo
realmente vivo y eso agradezco, con la posibilidad de disfrutar la infinidad de
situaciones que me generan alegría, la infinidad de personas amorosas que tuve la suerte de cruzarme y que se
quedaron conmigo, disfruto lo que me
pasa y quienes me acompañan. También
sufro y lloro como una marrana porque muchas veces me duele la humanidad, me
desmorona la incomprensión que siento ante lo adverso y conflictivo, la
ausencia de respuestas a los miles de POR QUE?? que grito o murmuro me
entristecen.
Pero
sigo viviendo y es en ese contraste del disfrute y sufrimiento donde entiendo a
la vida como un trabajo. Criada en una
familia de seis hermanos con papá militar y madre docente, la cultura del
trabajo es algo que mamé de chiquita. Tuve
la suerte de que en mi casa me lo transmitieron como un valor, como algo positivo y que hay que estar
agradecido de tener, algo que si bien
requiere de mucho esfuerzo siempre tiene como resultado el reconocimiento, algo por lo cual uno siente que vale la pena, que
si bien en ocasiones puede ponerse difícil y nos puede generar mucho malestar, el esfuerzo que hacemos para mantenerlo nunca
es en vano.
Desde
ese lugar me paro a hacer la analogía de la vida como un trabajo. Te da
un motivo para levantarte cada mañana, hay días rutinarios que solo
transcurren, otros que la tarea parece desbordarnos, el tiempo no alcanza para
cumplir con los objetivos, nos ligamos una llamada de atención y nos
frustramos. Al día siguiente, las cosas salen bien, muy bien, somos las
mismas personas con la misma capacidad intelectual que el día anterior, no
hicimos ningún master acelerado durante la noche pero ese día amaneció
distinto, aparece alguna felicitación o el simple sentimiento agradable de
saber que la tarea está bien hecha.
Y de
eso se trata por lo menos para nosotros que somos humanos y vivimos en este
planeta, de levantarnos, dar lo mejor de nosotros, saber que a veces la cosa va
a andar bien y otras mal, de esforzarnos porque a la vida vinimos a trabajar
para dar lo mejor de cada uno que es mucho porque todos valemos oro y de tener
la seguridad/garantía de que siempre vale la pena la vida, de que estoy en ella
y de que a eso lo agradezco.