martes, 9 de julio de 2013

El Hombre


Somos seres finitos.   Tenemos una esencia que marca el comienzo de nuestro existir.  Esta esencia no nos condiciona.  Es el punto de partida, la línea de largada.  A partir de ahí somos actores protagonistas de eso que comenzamos a transitar, la vida.  Nuestra existencia tiene como ingrediente principal nuestra esencia.   Esta esencia no nos determina, nos compone.  Nos hace singulares.  No es una esencia que nos pese, no la sentimos como carga, de la misma manera que no cuestionamos tener dos ojos, una nariz y una boca, no cuestionamos tener una esencia que nos haga ser distintos y únicos a otro ser.


Somos seres humanos,  hombres que pensamos, sentimos, nos relacionamos.  Somos seres humanos en acción.  Esta acción no es sólo un hacer para uno mismo, sino también un hacer para el otro.  Vivo para trascender en vida y esto lo hago a través de la potencia de mi capacidad.  Es importante conocer la capacidad propia y utilizarla para el bien común.  No sólo debo conocer mi capacidad, debo ponerla en práctica, explotarla.  No debo esperar a la muerte para trascender.  Es obligación del ser humano conocer sus capacidades y compartirlas.  No concibo a las personas capacitadas en algo que no comparten su capacidad con otro menos capacitado.  Hay que comprometerse con la necesidad del otro, con su incapacidad o menor capacidad.  No se puede vivir la vida siendo indiferente, mirando para el costado para no hacerle frente a la necesidad del prójimo.   Me molesta la inacción.  No entiendo la pasividad, el ir por la vida siendo trasladado como en esas cintas mecánicas de los aeropuertos donde uno quieto va viendo como las imágenes pasan por el costado, donde uno no afecta a nadie ni nada.  Yo a la vida la camino, doy un paso tras otro.  Mi caminar acciona, modifica,  yo a la vida la construyo.  Mi caminar afecta todo lo que mi capacidad me permita,  yo afecto todo lo que puedo de mi alrededor.  Creo en un hombre que se reconoce haciéndose.  Este poder hacer es creatividad y placer.  Hablo de un sí-mismo que se reconoce y gana identidad creando.   Yo no paso el tiempo, lo vivo y trato de vivirlo de la mejor manera posible.
Somos seres humanos buenos que coexistimos en un mundo donde el mal existe.  Somos buenos por naturaleza.  Nos relacionamos entre seres buenos que tienen buenas intenciones.  No hay hombres que actúen con maldad  siendo conscientes que están haciendo el mal.  El mal es manipulador, se cuela, engaña, se sale con las suyas.  Los hombres somos débiles ante él y todos los hombres en algún momento de nuestra vida fuimos víctimas del mal.
LA LIBERTAD
La libertad es elegir, modificar.  Es la capacidad de accionar asumiendo las responsabilidades.  Es tener conciencia de cuando dejar de modificar porque ya dejó de tener sentido.  No querer modificar lo inmodificable, que es aquello que después de conocer el posible cambio, después de habérsele mostrado otra opción, sigue eligiendo permanecer de la misma manera.  Yo me siento libre cuando conozco mi capacidad, la comparto, la muestro, la hago conocer.   Es importante saber quién es y qué quiere cada uno.  Conocerse para elegir, conocer las posibilidades y sin resignación sino aceptación accionar.  Porque éste accionar, responsable y consciente me permite ser libre. Soy libre cuando afecto al otro.  Entiendo el límite, no me extralimito, no afecto cuando el otro después de haber conocido mi mayor capacidad que él elige no ser afectado.  No invado, pero me hago escuchar.  Insisto, demuestro ser más capacitado.  Después de haber mostrado mi capacidad, insistido y gritado lo que considero debe ser escuchado, dejo que el otro elija.  Ese es el límite, el otro siempre puede tener la última palabra.  En ese momento yo elijo descansar, me quedo tranquila con mi responsabilidad de acción, porque no fui pasiva.  Yo acciono pero no arremeto.
No creo en una libertad absoluta, ya que la misma está condicionada por una serie de factores familiares, culturales, económicos y sociales.  Nosotros no elegimos nada de lo que nos toca, pero esas son condiciones de posibilidad para el ejercicio de la libertad.  No soy libre de elegir lo que me pasa, pero sí de lo que hago con lo que me pasa, ahí elijo.  Soy dueña de mis elecciones, me responsabilizo.  No culpo al otro por lo que me pasa.  Veo lo positivo de lo que vivo, trato de encontrar en mis opciones lo mejor, lo que me haga bien, hago foco en lo bueno.  Tengo capacidad de acción.  Analizo las opciones, las vivo y con esto dejo establecido que ante la diversidad de opciones, reflexiono, dudo, trato de desarmar ya sea para re armar o desechar.  No le pregunto a nadie qué quiero hacer con mi vida.  Me lo pregunto a mí misma, esa siempre es mi mejor respuesta.  El conocerse requiere de una introspección frecuente, la verdad más pura está dentro mio.  Para conocer la verdad me conecto con mi esencia, es necesario hacer pie, y hago pie en mi esencia, ahí puedo conocer lo que necesito.  Cuando a través de la introspección logro llegar a mi esencia, ahí llego a las verdades más puras.  Creo en el libre albedrío y si bien me alegro de tenerlo porque de alguna manera me gusta pensar  que tengo la última palabra, al mismo me lo tomo muy en serio.   Yo soy la única responsable de que cada decisión que tomo es la mejor que puedo tomar.   A mí las elecciones me pesan.  Yo soy consciente de que construir mi propia vida es un trabajo donde pongo en juego lo que pienso, mis valores,  sentimientos propios y de los que construyen la vida junto conmigo.  El entorno me completa, me humaniza.  La humanización es un proceso recíproco.  Mi familia, amigos y gente afín son un agregado indispensable en mi vida.  Ellos también forman parte de mis elecciones.  Elijo vivir disfrutando el presente porque es ahí donde acciono.  Aprendo del pasado, éste suma, me enseña, ya sea para mantener, agregar o descartar.  No le hago la vista gorda, le presto atención, lo miro de frente.  El futuro…incierto, no me pertenece, muy abstracto, DIOS.
DIOS

Amor, trascendente, Infinito, supremo, perfecto, intangible pero que se hace presente, creador, único.  Conozco a Dios cuando dudo y dudo mucho.  Tengo muchos momentos de incertidumbre, no entiendo, esa falta de comprensión de cuestiones concretas y abstractas sólo se detienen cuando puedo conectarme con Dios y delegarle me finitud, mi limitación de ser inferior.  En ese momento de finitud recurro a la fé.  Y si bien ahí no entiendo, descanso.  La finitud de comprensión la tengo, Dios me da la posibilidad de no ahogarme y desesperarme  por esa incomprensión y poder seguir viviendo cuando puedo elegir creer en él.  Dios es amor, de qué manera puedo conocer ese sentimiento si no es por contagio.  Porque creo en el amor, creo en Dios, su creador.  Como soy finito amo a pocos, deseo el bien a todos, pero amo a muy pocos.  Somos obra de arte de Dios, que nos creó porque nos ama.   Creo en un Dios bueno, al que quiero llegar haciendo el bien.  Entiendo el bien pensando que es lo que ayuda al otro, la capacidad de afectarlo para que sea mejor, el bien es acción que construye para que el otro se supere, afectar al otro de manera responsable, conociéndolo para que mejore es hacer el bien.  Creo en Dios creador del universo y del hombre.  Creo en Dios creador del bien.  

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