Somos
seres finitos. Tenemos una esencia que
marca el comienzo de nuestro existir.
Esta esencia no nos condiciona.
Es el punto de partida, la línea de largada. A partir de ahí somos actores protagonistas
de eso que comenzamos a transitar, la vida.
Nuestra existencia tiene como ingrediente principal nuestra
esencia. Esta esencia no nos determina,
nos compone. Nos hace singulares. No es una esencia que nos pese, no la
sentimos como carga, de la misma manera que no cuestionamos tener dos ojos, una
nariz y una boca, no cuestionamos tener una esencia que nos haga ser distintos
y únicos a otro ser.
Somos
seres humanos, hombres que pensamos,
sentimos, nos relacionamos. Somos seres
humanos en acción. Esta acción no es
sólo un hacer para uno mismo, sino también un hacer para el otro. Vivo para trascender en vida y esto lo hago a
través de la potencia de mi capacidad.
Es importante conocer la capacidad propia y utilizarla para el bien
común. No sólo debo conocer mi
capacidad, debo ponerla en práctica, explotarla. No debo esperar a la muerte para
trascender. Es obligación del ser humano
conocer sus capacidades y compartirlas.
No concibo a las personas capacitadas en algo que no comparten su
capacidad con otro menos capacitado. Hay
que comprometerse con la necesidad del otro, con su incapacidad o menor
capacidad. No se puede vivir la vida
siendo indiferente, mirando para el costado para no hacerle frente a la
necesidad del prójimo. Me molesta la
inacción. No entiendo la pasividad, el
ir por la vida siendo trasladado como en esas cintas mecánicas de los
aeropuertos donde uno quieto va viendo como las imágenes pasan por el costado,
donde uno no afecta a nadie ni nada. Yo
a la vida la camino, doy un paso tras otro.
Mi caminar acciona, modifica, yo
a la vida la construyo. Mi caminar
afecta todo lo que mi capacidad me permita,
yo afecto todo lo que puedo de mi alrededor. Creo en un hombre que se reconoce
haciéndose. Este poder hacer es
creatividad y placer. Hablo de un
sí-mismo que se reconoce y gana identidad creando. Yo no paso el tiempo, lo vivo y trato de
vivirlo de la mejor manera posible.
Somos
seres humanos buenos que coexistimos en un mundo donde el mal existe. Somos buenos por naturaleza. Nos relacionamos entre seres buenos que
tienen buenas intenciones. No hay
hombres que actúen con maldad siendo
conscientes que están haciendo el mal.
El mal es manipulador, se cuela, engaña, se sale con las suyas. Los hombres somos débiles ante él y todos los
hombres en algún momento de nuestra vida fuimos víctimas del mal.
LA
LIBERTAD
La
libertad es elegir, modificar. Es la
capacidad de accionar asumiendo las responsabilidades. Es tener conciencia de cuando dejar de
modificar porque ya dejó de tener sentido.
No querer modificar lo inmodificable, que es aquello que después de
conocer el posible cambio, después de habérsele mostrado otra opción, sigue
eligiendo permanecer de la misma manera.
Yo me siento libre cuando conozco mi capacidad, la comparto, la muestro,
la hago conocer. Es importante saber
quién es y qué quiere cada uno.
Conocerse para elegir, conocer las posibilidades y sin resignación sino
aceptación accionar. Porque éste
accionar, responsable y consciente me permite ser libre. Soy libre cuando
afecto al otro. Entiendo el límite, no
me extralimito, no afecto cuando el otro después de haber conocido mi mayor
capacidad que él elige no ser afectado.
No invado, pero me hago escuchar.
Insisto, demuestro ser más capacitado.
Después de haber mostrado mi capacidad, insistido y gritado lo que
considero debe ser escuchado, dejo que el otro elija. Ese es el límite, el otro siempre puede tener
la última palabra. En ese momento yo
elijo descansar, me quedo tranquila con mi responsabilidad de acción, porque no
fui pasiva. Yo acciono pero no arremeto.
No creo
en una libertad absoluta, ya que la misma está condicionada por una serie de
factores familiares, culturales, económicos y sociales. Nosotros no elegimos nada de lo que nos toca,
pero esas son condiciones de posibilidad para el ejercicio de la libertad. No soy libre de elegir lo que me pasa, pero
sí de lo que hago con lo que me pasa, ahí elijo. Soy dueña de mis elecciones, me
responsabilizo. No culpo al otro por lo
que me pasa. Veo lo positivo de lo que
vivo, trato de encontrar en mis opciones lo mejor, lo que me haga bien, hago
foco en lo bueno. Tengo capacidad de
acción. Analizo las opciones, las vivo y
con esto dejo establecido que ante la diversidad de opciones, reflexiono, dudo,
trato de desarmar ya sea para re armar o desechar. No le pregunto a nadie qué quiero hacer con mi
vida. Me lo pregunto a mí misma, esa
siempre es mi mejor respuesta. El
conocerse requiere de una introspección frecuente, la verdad más pura está
dentro mio. Para conocer la verdad me
conecto con mi esencia, es necesario hacer pie, y hago pie en mi esencia, ahí
puedo conocer lo que necesito. Cuando a
través de la introspección logro llegar a mi esencia, ahí llego a las verdades
más puras. Creo en el libre albedrío y
si bien me alegro de tenerlo porque de alguna manera me gusta pensar que tengo la última palabra, al mismo me lo
tomo muy en serio. Yo soy la única
responsable de que cada decisión que tomo es la mejor que puedo tomar. A mí las elecciones me pesan. Yo soy consciente de que construir mi propia
vida es un trabajo donde pongo en juego lo que pienso, mis valores, sentimientos propios y de los que construyen
la vida junto conmigo. El entorno me
completa, me humaniza. La humanización
es un proceso recíproco. Mi familia,
amigos y gente afín son un agregado indispensable en mi vida. Ellos también forman parte de mis
elecciones. Elijo vivir disfrutando el
presente porque es ahí donde acciono. Aprendo
del pasado, éste suma, me enseña, ya sea para mantener, agregar o
descartar. No le hago la vista gorda, le
presto atención, lo miro de frente. El
futuro…incierto, no me pertenece, muy abstracto, DIOS.
DIOS
Amor, trascendente,
Infinito, supremo, perfecto, intangible pero que se hace presente, creador,
único. Conozco a Dios cuando dudo y dudo
mucho. Tengo muchos momentos de
incertidumbre, no entiendo, esa falta de comprensión de cuestiones concretas y
abstractas sólo se detienen cuando puedo conectarme con Dios y delegarle me
finitud, mi limitación de ser inferior.
En ese momento de finitud recurro a la fé. Y si bien ahí no entiendo, descanso. La finitud de comprensión la tengo, Dios me
da la posibilidad de no ahogarme y desesperarme
por esa incomprensión y poder seguir viviendo cuando puedo elegir creer
en él. Dios es amor, de qué manera puedo
conocer ese sentimiento si no es por contagio.
Porque creo en el amor, creo en Dios, su creador. Como soy finito amo a pocos, deseo el bien a
todos, pero amo a muy pocos. Somos obra
de arte de Dios, que nos creó porque nos ama.
Creo en un Dios bueno, al que
quiero llegar haciendo el bien. Entiendo
el bien pensando que es lo que ayuda al otro, la capacidad de afectarlo para
que sea mejor, el bien es acción que construye para que el otro se supere,
afectar al otro de manera responsable, conociéndolo para que mejore es hacer el
bien. Creo en Dios creador del universo
y del hombre. Creo en Dios creador del
bien.
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