viernes, 19 de julio de 2013

Reviso frases hechas: “Los amigos se ven en las malas”



Es común ver mucha gente junta y abrazada en un velorio.  Suenan mucho las palabras:  qué pena… cuánto lo vamos a extrañar… no puedo creer que se haya ido (se usan eufemismos, son más leves que “muerto”).  Ahora bien, qué pasaría si la misma persona estuviese viva e  hiciera una fiesta, celebrara un ascenso en el trabajo o su cumpleaños; les parece que iría tanta gente al evento?  Los desafío a observar una situación y otra, en mi opinión la respuesta es no.

Cuando la ocasión es para festejar,  la convocatoria es menor.  Las personas a veces por cansancio, por ocupación o simplemente por no tener ganas se permite postergar, no asistir, total,  nadie se va a dar cuenta, va a estar lleno de gente. 
En general son  los momentos dolorosos los que convocan más gente, es en las malas donde las personas sienten la necesidad de estar.  Como si consolar fuese más importante, más valioso que felicitar, que brindar.
No tendrá que ver con que los seres humanos tenemos alguna rebuscada cuestión con sentirnos más atraídos por lo dramático.  Si hay dos noticias en dos canales distintos, una con la placa de ALERTA en color rojo y la otra con un sonriente periodista hablando tranquilamente les puedo asegurar que el canal más elegido será el primero.  Ejemplos dando cuenta de lo mencionado hay varios, el punto es siempre el mismo, pareciera que la tragedia convoca más que la alegría.
También puede ser que muchos, en las malas, sienten la obligación de acompañar.  Hasta qué punto el deber ser nos permitiría vivir sabiendo que alguien cercano a nosotros está sufriendo y que no nos vea a su lado, no marcar presente, porque muchas veces solo se trata de eso, de marcar. 
Cuando las personas celebran con el otro dejan de lado sentimientos como envidia, resentimiento, egoísmo, carencias propias y hasta una pizca de narcisismo.  Aceptar que otro es feliz, que está atravesando por una situación tan agradable que no vale la pena dejar pasar, sentir ganas de acercarse a él y compartir ese momento no ocurre tan frecuentemente y no hay que darlo por sentado.  Las personas que están bien consigo mismo pueden  recibir los buenos momentos con más facilidad,  quieren hacerlo, quieren escuchar buenas nuevas, y qué mejor que vengan de sus amigos, familiares o seres queridos.
Alegrarse con el otro no tiene nada de mandato, es pura elección. 
La elijo tan a menudo? 
Me tomo el tiempo de ir a encontrarme con un amigo sólo para celebrar su alegría?
Me hago un rato para llamarlo por teléfono y conversar, sin apuro, sobre el logro que acaba de obtener?
Hago de alegrarme con mi amigo y celebrar su felicidad un asunto cotidiano en mi agenda?
Sería bueno que eso sucediera, porque el que está contento tiene ganas de compartir el sentimiento, tiene ganas de charlar sobre eso con alguien, de sonreír, de chocar su copa y brindar.  Es ahí donde quiere ver las caras conocidas de sus amigos, de hacer que la risa se vaya contagiando hasta convertirse en carcajada.  Es ahí donde quiere escuchar todos los adjetivos calificativos que lo describen.  No FUE un gran tipo, padre presente, laburador, emprendedor, generoso, divertido, ocurrente, ES todo eso.  Es y como todavía está en esta vida tenemos la posibilidad de decírselo, de abrazarlo y darle una palmada en la espalda pero de “bien!! Qué momento tan lindo!! Tenemos que festejar!! La palmada no es de contención sino de “estoy feliz por vos”.

A mi manera de entenderlo, “Los amigos se ven en las buenas, malas, adelante, atrás, arriba y abajo, en fin, SIEMPRE”

3 comentarios:

  1. Que buena reflexón Mary! Es verdad, a la vida hay que celebrarla a diario!
    Gracias por tus palabras!

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  2. buenísimo, te celebro siempre, marian

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Gracias por comentar en SimpleMente, me interesa mucho tu opinión