Correr tras lo cotidiano por miedo a pausar

 

 

Está plagado de artículos que tratan el tema de la vertiginosa manera que tenemos las personas de vivir la vida.  Me incluyo en la lista de los que escriben y reflexionan sobre esto, sobre vivir cada día como una carrera, donde las múltiples actividades ocupan cada segundo de las 24 horas.  Sin embargo sería interesante tratar de comprender el mensaje que subyace a esta cuestión.  Qué pasa con las personas que corren?  Por qué no se detienen?  Quién es el lobo feroz que puede devorarlas si dejan de correr?  A veces da mucho miedo darse cuenta que el lobo feroz no está atrás sino adentro de algunos.

La manera de suplantar el paseo de la vida por la carrera se hace inconscientemente:
No estoy bien con mi mujer;  hago más frecuentes las salidas con mis amigos.  Me ausento
No llego a mi casa y encuentro la armonía que solía tener; en el escritorio de mi oficina se duplicó la pila de papeles.  Me ausento
Mis amigos de toda la vida me irritan; conozco gente nueva, se transforman en mis amigotes, salgo con ellos, me voy de vacaciones.  Me ausento
Ejemplos hay muchos, los seres humanos podemos ser bastante creativos para inventar recursos evitativos pero el fondo es siempre el mismo, es ese, es evitar verse, ausentarse de sí mismo.
Las actividades están expuestas de la misma manera que se exponen los productos cuando vamos al supermercado. Las góndolas ofrecen una diversidad de productos para que yo elija lo que necesito y yo en el carrito no meto todo, porque no lo quiero, no lo necesito.  Qué tantas actividades estás metiendo en tu carrito que no necesitas?
Cuando las personas no paran en todo el día, cuando las actividades se siguen agregando, hay que prestarle atención al motivo por el cual esto ocurre.  Hay que poder ser lo suficientemente sincero consigo mismo y querer saber si realmente estoy obligado a correr o es que tengo miedo de frenar.  Cuando uno se detiene hace contacto.  Cuando uno tiene baches de tiempo está consigo mismo y eso a veces puede no ser tan grato.
Las personas necesitan tener ganas de hacer contacto con quienes son, con cómo son, con conocer sus gustos, sus elecciones, con revisar lo que hasta el momento han construido para poder seguir por el mismo camino o encausarlo por otro totalmente distinto.
Hay quienes mueren sin haberse conocido, son personas que nunca quisieron mirarse, que nunca se hicieron el tiempo para hacerlo.  Y si bien brego por el refrán de “ojos que no ven corazón que no siente” para ciertas cuestiones, me llama la atención toparme tan seguido con personas cuyo vendaje en los ojos para hacerle frente a su propio ser no les impide funcionar. 
Aunque si por un momento pudieran hacer una pausa y enfrentarse con ellos mismos, con sus miedos, sus frustraciones, su disconformidad por ser quienes son y lo que han construido hasta el momento podrían darse cuenta cuanto más gratificante es vivir que funcionar. 
Cuando elegimos pausar, hacer contacto y mirarnos podemos tomar aliento, arremangarnos y trabajar para corregir, rehacer, reconstruir para luego contemplar la obra de arte de nuestra propia construcción.  Ausentarse de sí mismo no hace otra cosa que alejarse de quien es cada uno.   No hay peor ignorancia que la elegida.
Tomar la decisión de trabajar sobre nosotros mismos no es tarea fácil, requiere de mucho esfuerzo, poner manos a la obra es cansador, desgasta, en ocasiones es doloroso, pueden quedar personas en el camino pero en lo personal lo elijo.
En lo personal  elijo tomar aliento, juntar fuerza para moler a palos al lobo feroz que tanto temía y morir habiendo vivido.