Si tuviese que definir la
aceptación lo primero que aparece en mi
mente es la palabra difícil, si tuviese que pensar en una definición positiva
de la misma aparecen palabras como virtud, don.
La aceptación me parece el
ingrediente secreto que hace que un plato pase de ser exquisito a ser único,
eso llevado al ser humano creo que le da a una persona el regalo de ser poca
entre muchas, casi especial. Con la
aceptación resuelta desaparecen muchos problemas de convivencia, de relaciones
interpersonales, se reducen los posibles enfrentamientos.
Las personas que consideran
a la aceptación y no sólo le dan el lugar protagónico que merece en el ranking
de “valores humanos” sino que la trabajan, se ocupan de que esté siempre
presente en el trato diario de su vivir, tienen un halo de paz. Aquellos que no juzgan porque tienen la
sabiduría de considerar al otro por lo que es, por quien es teniendo en cuenta
su historia de vida y contexto, viven la vida con mayor tranquilidad que
aquellos que se les estruja el pecho cuando se enfrentan a diferencias.
Además de tener la virtud
de la aceptación, este tipo de personas tienen la virtud de la humildad. El que logra aceptar las diferencias entiende
que él no es usina de toda razón, que por más de estar convencido que está en
lo cierto logra aunque sea por un segundo despojarse de esta idea y darle al
otro un espacio y tiempo para actuar de acuerdo a su opinión, para expresarse
como quiere hacerlo. En ocasiones pueden
acortar la brecha de la diferencia, en otras no, sólo la aceptan.
Diferenciar apropiadamente
la aceptación del desinterés no es tarea fácil.
Es muy común escuchar críticas de parejas sobre la falta de atención de
una de las partes. Quizás el otro
contrario a querer parecerle desinteresada a su pareja sólo estaba optando por
aceptarla tal y cual ella es. Es muy
difícil poder aceptar a personas, cosas y sucesos de la vida simplemente por lo
que son, y sin embargo hay personas que logran hacerlo.
En general no entendemos
que el ¨ser¨ es muy dinámico, cambiante, es todo lo contrario de lo que la
palabra en una primera instancia parece.
Uno podría establecer que lo que se es debe permanecer, sin embargo las
personas interactuamos con otras, estudiamos, trabajamos, volvemos a estudiar,
nos enfermamos, nos encuentran un tumor que nos desestabiliza, nos curamos,
vamos y venimos. Cada una de éstas situaciones
a veces nos modifican, nos hacen cambiar nuestra manera de pensar, de actuar,
algunas personas se vuelven más abiertas, otras más cerradas, somos
distintos. Entender al ser humano en un
plano lineal es el origen de varios conflictos, de la misma manera que incluso
ocurre con objetos lo que hoy es mañana puede no serlo o ser pero de manera
diferente.
Comiendo en un
restaurante escuché a un señor que al darle el primer bocado a su comida dijo “ya no es lo que era”. Yo me pregunto:
¿Qué es lo que alguna vez
fue?
¿Quién es lo que supo ser?
Aceptar las diferencias,
aceptar los cambios, hacerlo sólo porque sí, porque suceden y cuando suceden no
conviene enfrentarse a ellos, sí ofrecerles un poco de batalla cuando se puede
recuperar algo que se perdió pero saber a la vez retirarse a tiempo. No optar por resignarse sino comprender las
diferencias y tomarlas como parte de la realidad.
Si no nacimos con el don
de aceptación vale la pena construirlo y encarnarlo para vivir en paz.
buenísimo ! me gusto mucho !aceptar las diferencias, comprenderlas y aprender de esta vida en movimiento perpetuo, besos y un placer leerte, besos marian
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