Dos
cuestiones me surgen de ésta frase
1
La persona necesita que la completen (sólo está conformada por una
mitad)
2
Necesita que la complete algo exactamente igual a ella
El
príncipe azul, el anillo de mi dedo y la media naranja representan una especie de salvación
a la sombra de la persona, a aquella parte que no le gusta de sí mismo, a esa
zona oscura que de alguna manera busca
aclarar. Al no saber cómo y con la
urgencia de querer resolver inmediatamente cuanta zona gris se presente, las
personas quieren que los demás llenen
sus espacios vacíos. Con una mitad que agrada y con la otra por mejorar se sale en
búsqueda, en ocasiones a la caza, de quién ha nacido con el fin de hacer de mí
una persona casi ideal.
Partiendo
de la base que el ideal es sólo una ilusión óptica, un inalcanzable, la ilusión
no tarda mucho en desaparecer. Quizás como
todo oasis al principio inspire felicidad.
Sin embargo, el tiempo, sabio esclarecedor de incertidumbres, se encarga
de acercarnos al oasis y allí, cuando nos arrodillamos a tomar agua, cuando
pensamos que íbamos a calmar la sed de nuestra imperfección el hechizo se rompe
y una vez más nos quedamos solos con nosotros
mismos.
Sería
bueno saber que nadie nos va a completar.
Sólo estamos nosotros con el manual de instrucciones sobre nuestra personalidad, el mismo nos indica cómo unir
las piezas de nuestras fortalezas con las de las debilidades, cómo ejercitar
nuestras emociones, qué hacer de nosotros con nosotros como seres incompletos. Seres que deberían tratar de buscar la autorrealización
y con el fin de abrirse al otro ser
feliz.
Cuando
podemos mirarnos y reconocer nuestros defectos, cuando aprendemos a escuchar la nota que
desafina en la melodía que nos compone como personas nos acercamos al autoconocimiento. Cuando sabemos que hay algo que mejorar
tenemos la capacidad de elegir el recurso que queremos utilizar para cambiar, modificar
y de esta manera prescindir de que alguien nos salve de nosotros mismos y nos
complete.
Cuando
las personas buscan en el otro su otra mitad a veces entienden que las
similitudes y afinidades son la fórmula del éxito. Por el contrario, considero que puede ser más
enriquecedor, unirse en las
diferencias. Claro que es también mucho
más difícil entablar una relación donde el otro aporta una mirada totalmente
distinta a la propia, pero si de aportar se trata bienvenida sea esa nueva
visión que quizás modifique o sólo agregue y haga más nutrida la mía.
Al
buscar la otra naranja y querer que mi mitad se encastre sin dejar ni un
espacio vacío con otra, ocurre eso, no dejo espacios para que nada entre. De esa manera impido la creatividad, el
desarrollo, me estanco. Es una situación
sólo cómoda, y en todo caso que lo cómodo sea tu sillón no tu vida.
Hay
parejas que hasta se mimetizan, empiezan a semejarse, hablan igual y así con el
paso del tiempo van poniendo una en la otra una tapa que cuando se cierra del
todo basta con sentarse enfrente para ver
que explote como lo hace cualquier olla a presión.
Y yo
por la calle veo muchas parejas dos medias naranjas, sin embargo las que
disfruto son las mitad naranja mitad uva, mitad banana mitad kiwi, mitad
frutilla mitad melón.
Pero
las que más me gusta ver, son las parejas ensalada de frutas.
Excelente!!!! Totalmente de acuerdo, el dificil arte de complementarse, más que de completarse!!!
ResponderEliminarMuy bueno
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